Al sur de la elevación Rudower Höhe, que en otras épocas fue un vertedero de basura, se encontraba el túnel berlinés de espionaje que iba desde una estación de radar de las fuerzas estadounidenses hasta la avenida Schönefelder Allee en Altglienicke, dentro del sector soviético de la ciudad. Gracias a este túnel, los servicios secretos británico y estadounidense tenían acceso a los cables telefónicos utilizados por las fuerzas soviéticas en la RDA para comunicación interna. Hasta su descubrimiento en abril del año 1956, el túnel estuvo funcionando durante 11 meses y se grabaron unas 440.000 conversaciones en aprox. 50.000 rollos de cinta sonora. Los rollos se transportaban diariamente a los EE.UU. y a Inglaterra, donde unos 600 colaboradores evaluaban la información que dichos rollos contenían. La construcción del tubo de aprox. 450 m de longitud, con la tecnología necesaria para la escucha, resultó ser un logro espectacular en la historia de la guerra fría.
Un segmento original de aprox. siete metros de largo del tunel berlinés de espionaje pudo ser rescatado y está expuesto en el Museo de los Aliados, en Berlín Zehlendorf. Una placa informativa en este punto del camino del Muro que explica la historia del túnel de los espías.